viernes, 12 de octubre de 2012

Atrás

Antes, las cosas eran distintas. Jon era el chico más divertido que había conocido y, por seguro, el más original. No había nadie que me llenara el corazón como él lo hacía cuando trataba de impresionarme con esas frases de Rayuela o cuando me leía capítulos de El Principito una y otra vez. Yo me hacía el duro, pero cuando me hablaba sólo pensaba en que el día era demasiado corto y en que jamás podría cansarme de esos cafés con él por Bilbao. No lo sé. No sé cuándo han llegado estos días polares. De repente sólo está este frío.

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