domingo, 16 de febrero de 2014

A ti no te pasará

Frente a mí, se caía a pedazos. Yo sabía que era igual que aquel capítulo y, como en la serie, también se preguntaba cómo era posible despertarse cada mañana sabiendo que debía haberlo hecho mejor. Pero estaba equivocada, no podía.

En mi propio cuarto estaba ese estúpido sofá burdeos en el que casi no cabíamos dos y era como una metáfora de toda la conjugación española y de la batalla que me acabó derrocando. También estaba ese teléfono sonando, sin parar, y ella me miraba como esperando a que asumiera que estaba volviendo a ocurrir, que el pegamento ya no funcionaba. Claro que estaban todas esas cosas, si no, hubiera sido como dejar por la mitad alguna de esas historias que sólo me importan a mí.

Todo lo demás da exactamente igual. Las buenas intenciones, las malas, las causalidades y las casualidades. ¡Dan igual! ¿Han logrado cerrar las heridas? ¿O al menos convertirlas en cicatrices?

¿Han logrado explicar por qué somos lo que somos? ¿Por qué nos pasó todo esto?