domingo, 23 de abril de 2023

Cómo

Cómo huir de la pena, que se adhiere a mí, que está dentro de mí, que forma parte de mí. Cómo apago la combustión, la desazón, la desvida. Cómo me arranco la piel, si está recubierta por el viaje, por el cine, por nosotros. 

Pero nosotros ya no somos. 

¿No era el camino? Otra vez. 

¿No era la película? Otra vez. 

¿No éra-mos? Otra vez.

Cómo se sana la herida si está abierta, si está expuesta, si se infecta. 

Cómo hago que pare de doler.

Cómo.

domingo, 9 de abril de 2023

El callejón

No sé cuánto tiempo llevo mintiendo, fingiendo que no he visto la pared. Disimulando mientras hago como que busco una salida. Estoy atrapado.

Mientras, fuera de aquí, está pasando todo. Está pasando mi vida, aunque eso ya me da igual. He renunciado. Los ladrillos son gruesos y mis sentidos se han acostumbrado a protegerse. 

En el callejón, las emociones se rompen, escapan de mí. Cauterizo la herida hasta que dejo de sentir deja de doler. Proyecto el puente y vuelve la calidez, proyecto la casa y vuelve la calidez, proyecto la biblioteca y vuelve la calidez. Dura unos segundos, abandono el cero absoluto, pienso en el horizonte de sucesos, me agarro a la indeterminación. Entonces lloro, porque nada de eso es verdad. El puente es mentira, la casa es mentira, la biblioteca es mentira. El espejismo se agota, se derrite, descubre la realidad. No he conseguido salir.

Es tarde para escapar, pero no me quedaré a vivir aquí.

Es pronto para que el resto lo comprenda. 



domingo, 17 de octubre de 2021

Iglú

Desbloqueo el móvil, se enciende la pantalla. Apenas son unos segundos, pero lo haré tantas veces que acabaré por agotar la batería. Al otro lado no hay notificaciones que eviten las mentiras del lunes. Un café en el centro, un paseo por Mataleñas, un plan que se aplazó por la oportuna lluvia. Siempre un plural artificial. Mi cara roja, la mirada que se distrae, que no se centra, que los evita. Hasta que coinciden los ojos y me hago débil. Entonces no hice mucho, entonces la limpieza, entonces el estudio. La condescendencia que dejan cuando se van. La vergüenza de no haberlo conseguido, de ser un tramposo, de lo que piensen ellos a cientos de kilómetros. Reescribir el guion para convencerme de que la culpa no es mía, es de la sociedad, que impone, que aprieta, que ahoga. Que me obliga a difuminar, a distorsionar, a retocar hasta tener otra cara, tener otro cuerpo. Se resquebraja la grieta, las distancias aumentan, el cerebro se adapta. Soy ese, el de la foto, no el del espejo. Quizá ellos se lo crean, solo que hoy tendrá un mal día, solo que hoy habrá dormido poco. Empieza la sal a brotar, llega a mis labios, a mi lengua, se acumula porque se darán cuenta del monstruo, porque no resolverán el dolor, porque no aguantarán la contención. No pueden hacerlo. No cambiarán el futuro, no me salvarán, no rebatirán el destino. No pueden hacerlo. Pero sí la boda, pero sí el hijo, pero sí la casa. Cristaliza el sodio, crecen las paredes, me acurruco dentro. Desbloqueo el móvil, se enciende la pantalla.





domingo, 21 de febrero de 2021

Valer lo suficiente

Guardé el recorte del horóscopo en la cartera. No es que yo creyera en esas cosas, pero eran las mismas palabras que él había escrito, no podía ser una coincidencia. El corazón, inocente, puro, me estallaba en el pecho cada vez que pensaba en él. Pero los días pasaron, como pasaron las semanas, y el papel de periódico se empezó a estropear. La casualidad, en cambio, germinó en mi y brotó en culpa. Demasiada película para un tan mal actor. Demasiado pasado para alguien tan prescindible. Demasiado poco para merecerlo. Así que, triste, cogí el papel y, antes de que se rompiera por completo, lo plastifiqué como pude para que me diera tiempo a valer lo suficiente. Pero los meses pasaron, como pasaron los años, y, con ellos, también pasó el plan b, pasó la excusa, pasó el nudo en el estómago, la llamada, la marca, la estación, el cero absoluto, el móvil, el llanto, la infidelidad, la vergüenza. Demasiado trayecto para algo tan sencillo. Así que, furioso, usé las palabras como flechas, las miradas como dardos, para disimular que, por dentro, estaba completamente vacío, igual que esos edificios que arden y de los que sólo queda la fachada. El corazón, corroído, impuro, estaba pidiendo ayuda a gritos. Tratando de cumplir lo prometido, tratando de que no se acercaran a mí esos fantasmas. Deseando que el hombre de fe destrozara al hombre de ciencia. Por eso cogí la línea 6, llegué a Ciudad Universitaria, subí las escaleras del metro, apreté los dientes, ensayé una cara de sorpresa y miré a todos lados. Porque esperaba que, por fin, se cumpliera la predicción. Porque esperaba, por fin, valer lo suficiente para que alguien me quisiera. 

Pero allí no había nadie.



sábado, 11 de enero de 2020

Tensión de rotura

Fue sentado junto a la ventana, con los años cayéndome por los ojos, con los recuerdos desparramados en el suelo, con su mano apoyada en mi rodilla, cuando alcancé la tensión de rotura. Desde ese momento, cualquier película, cualquier canción, cualquier vida, tiene la capacidad simultánea de parecerme una absoluta mentira y de poder romperme definitivamente. Por eso tengo que llorar cuando van a Marte a rescatarle y pienso que yo moriría solo en cualquier planeta. Y por eso ahora me enfado menos y desaparezco antes, no sea que consuma el último tramo de mi curva y llegue a la fractura final. No sé si mi plan de autoprotección podrá impedir que este ensayo acabe conmigo, o, al menos, aclararme la confusión de quién era el bueno y quién el malo antes de que ordene a mis defensas armarse contra todos. Antes de quedarme igual, otra vez, solo que sin años, sin recuerdos, sin su mano.

sábado, 1 de julio de 2017

Algo

si alguien me hubiera preguntado
qué vas a hacer para acabar con su olor, con el estallido, con el odio que era pena
qué vas a hacer con vosotros que desaparece, que ya no está, que no late
qué vas a hacer cuando al otro lado sólo

necesito tiempo
necesito espacio
que te jodan
que lo pasé muy mal
que ya he sufrido bastante

cómo vas a acallar los miedos, los celos, la fecha de caducidad
cómo ocultarás las excusas que te pudrieron
cómo ocultarás el frío, que ardía por dentro y te helaba por fuera
dónde te esconderás para escupirte, para avergonzarte, para deformar recuerdos
cómo vas a explicar que el plan b era la autodestrucción
cómo vas a explicar que apretaste fuerte los oídos para no oír el golpe
cuánto más vas a seguir creyendo que era bueno y no mierda
cuántos más vas a follarte para sentir menos piel, menos herida
cuántos más vas a coleccionar para sentirte menos solo

si alguien me hubiera preguntado
si hubiera sido amor
si hubiera habido un no te vayas
un día menos
algo

domingo, 4 de diciembre de 2016

Lo que se supone que debe ser

La vida es como se supone que debe ser. Por eso, cada semana, las nominaciones nos mandan de vuelta a casa y expulsan al resto. No hay tiempo para preguntarse por qué se van los fuertes y nosotros, en cambio, seguimos aquí. Simplemente es como se supone que debe ser. Lo cierto es que cada día tengo que enfrentarme a la navaja de Ockham y creerme lo increíble, aunque al final nunca sea suficiente. Siempre me falta una última prueba de fe. Siempre tengo que volver, con un poquito menos de orgullo, a hacer lo que ordena el Gran Hermano. Porque quien te quiere te hace llorar pero quien te hace llorar te quiere un poco menos y te puede suplir con el alcohol y las fiestas y cualquier otro que pase. Es el precio que pagué por no estar solo. Es como se supone que debía ser.