jueves, 30 de agosto de 2012

New Hampshire

Como no tenemos nada que nos retenga, Alex y yo cogemos el primer vuelo que sale a New Hampshire. Quedarse aquí con Jon es como escoger la soledad en cualquiera de sus manifestaciones. Hablo con él y no sé si sabe lo mío con Alex, y no dejo de preguntarme si mientras está en mi pensamiento estará mirando fijamente en su móvil una de esas panorámicas de Santander. En el aeropuerto, Jon me dice que lo siente, que yo llevaba razón, que debía haberse quedado conmigo y yo le pregunto qué hará por Bilbao y no le digo que 1997 se ha vuelto a repetir.

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